[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.¿Y Evra?–Él no puede -dije-.Aún no se encuentra bien.–Qué pena… Oye, ¿quieres que despierte a Debbie? Puedo ir…–No hace falta -dije enseguida-.Sólo dígale que vendré.¿Les parece bien sobre las dos?–Sobre las dos, perfecto -dijo Jesse-.Te veré más tarde, Darren.–Hasta luego, Jesse.Colgué y me fui derecho a la cama.Aún me zumbaba la cabeza por la conversación que Mr.Crepsley y yo habíamos mantenido, pero me obligué a cerrar los ojos y a concentrarme en dulces pensamientos.Minutos después, mi agotado cuerpo se relajó al sumirse en el sueño, y dormí como un bebé casi hasta la una de la tarde, que fue cuando sonó la alarma del reloj.Aún tenía las costillas doloridas, y mi estómago presentaba un moratón amarillo y azul allí donde la cabeza de Murlough me había golpeado.No me dolía demasiado mientras no andara mucho, pero debía procurar no hacer movimientos bruscos o inclinarme lo menos posible.Me di una buena ducha, y luego me bañé en desodorante cuando estuve seco (el olor de las cloacas era difícil de eliminar).Me vestí y cogí una botella de vino que Mr.Crepsley me había comprado para los padres de Debbie.Llamé a la puerta trasera de la casa de Debbie como Mr.Crepsley me había recomendado.Abrió Donna.–¡Darren! – dijo, dándome un beso en ambas mejillas-.¡Feliz Navidad!–Feliz Navidad -respondí.–¿Por qué no has llamado a la puerta principal? – preguntó ella.–No quería ensuciar la alfombra -dije, restregando mis zapatos en el felpudo de la entrada-.Tengo los zapatos empapados de nieve sucia.–Tonto -sonrió-.Como si a alguien le importaran las alfombras en Navidad… ¡Debbie! – llamó por las escaleras-.¡Un atractivo pirata ha venido a verte!–Hola -dijo Debbie, bajando por las escaleras.También ella me besó en ambas mejillas-.Papá me dijo que habías llamado.¿Qué llevas en esa bolsa?Saqué la botella de vino.–Es para tus padres -dije-.Mi padre me la dio.–Oh, Darren, qué encanto -dijo Donna.Tomó la botella y llamó a Jesse-.Mira lo que ha traído Darren.–¡Ah! ¡Vino! – Los ojos de Jesse se iluminaron-.Es mejor que el que compramos.Hemos invitado al hombre indicado.Deberíamos hacerlo más a menudo.¿Dónde está el sacacorchos?–Espera un momento -rió Donna-.La cena aún no está lista.Lo guardaremos en el frigorífico.Vosotros id al salón.Os avisaré cuando sea la hora.Comimos queso y galletas saladas mientras esperábamos, y Debbie me preguntó si mi padre había decidido ya si nos iríamos.Le dije que sí, y que nos marcharíamos esta noche.–¿Esta noche? – Me miró consternada-.Nadie va a ninguna parte excepto a casa la víspera de Navidad.Debería ir al hotel, entretenerle, y…–Ahí es donde iremos -la interrumpí-.A casa.Mamá y papá van a reunirse esta Navidad.Ése será su regalo para Evra y para mí.Se supone que es una sorpresa, pero oí a papá hablando por teléfono esta mañana.Por eso te llamé tan temprano.Estaba excitado.–Oh.– Me pareció que a Debbie la disgustó la noticia, pero trató de mostrarse fuerte-.Eso es magnífico.Apuesto a que es el mejor regalo que podíais esperar.Tal vez arreglen sus diferencias y vuelvan a estar juntos.–Tal vez -dije.–Así que ésta es vuestra última tarde juntos -comentó Jesse-.El destino separa a dos jóvenes románticos.–¡Papaaaaaa! – gimió Debbie, lanzándole un puñetazo-.¡No digas esas cosas! ¡Me avergüenzas!–Para eso están los padres -dijo Jesse sonriendo de oreja a oreja-.Ése es nuestro trabajo, avergonzar a nuestras hijas delante de sus novios.Debbie lo miró frunciendo el ceño, pero para mí era obvio que estaba encantada.La comida estuvo deliciosa.Donna puso en práctica sus años de experiencia para lograr un gran resultado.El pavo y el jamón prácticamente se deshacían en mi boca.Las patatas asadas estaban crujientes y los nabos tan dulces como caramelo.Todo tenía una pinta fantástica y sabía aún mejor.Jesse contó algunos chistes con los que nos tronchamos de risa, y Donna nos hizo su truco particular: balancear un carrete sobre la nariz.Debbie tomó un sorbo de agua y gargarizó a su modo “Noche Silenciosa”.Entonces me llegó el turno de realizar un numerito.–Esta comida está tan buena -suspiré-, que hasta me comería los cubiertos.– Y mientras todos se reían, cogí una cuchara, mordí su cabeza, la mastiqué hasta reducirla a pedacitos, y me los tragué.Tres pares de ojos se salieron prácticamente de sus órbitas.–¿Cómo lo has hecho? – chilló Debbie.–Se coge algo más que el polvo del camino cuando estás en la carretera -dije, guiñándole un ojo.–¡Era una cuchara falsa! – rugió Jesse-.¡Nos ha tomado el pelo!–Deme la suya -le dije.Él dudó, examinando su cuchara para asegurarse de que era auténtica, y entonces me la pasó.No tardé mucho en engullirla gracias a mis poderosos dientes de vampiro.–¡Es increíble! – boqueó Jesse, aplaudiendo frenéticamente- [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • blondiii.htw.pl