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.tan intima he deshecho, | ay, separado micerebro porto | de su origen, que sigue enAlessandro, que en Inglaterra la paz muchos años esperado había, viendo que no llegaba y pareciéndole que se quedabaeste pecho.| ¡Así la pena del Taliónallí no meno s con peligro de su vida que en vano, habiendo deliberado volver a Italia solo, se puso en camino.Y por acaso, al soporto!» (Trad.de Ángel Crespo).salir de Brujas, vio que salía igualmente un abad blanco acompañado de muchos monjes y con muchos criados y precedido deComment: Benedictino.gran equipaje; junt o al cual venían dos caballeros viejos y parientes del rey, a los cuales; como a conocidos, acercándoseAlessandro, por ellos en su compañía fue de buena gana recibido.Caminando, pues, Alessandro con ellos, graciosamente lespreguntó quiénes fuesen los monjes que con tanto séquito cabalgaban delante y a dónde iban.A lo que uno de los caballerosrepuso:-Este que cabalga delante es un joven pariente nuestro, recientemente elegido abad de una de las mayores abadías deInglaterra; y porque es más joven de lo que las leyes mandan para tal dignidad, vamos nosotros con él a Roma a impetrar delsanto padre que, a pesar de su tierna edad, lo dispense y luego en la dignidad lo confirme: porque esto no se puede tratar connadie más.Caminando, pues, el novel abad or a delante de sus criados ora junto a ellos, así como vemos que hacen todos los días porlos caminos los señores, le sucedió ver a Alessandro junto a él al caminar, el cual era asaz joven, en la persona y en el rostrohermosísimo y, cuanto cualquiera podía serlo, cortés y agradable y de buenas maneras; el cual maravillosamente le gustó aprimera vista más que nada le había gustado nunca, y llamándolo junto a sí, con él empezó a conversar placenteramente y apreguntarle quién era, de dónde venía y adónde iba.A lo cual Alessandro todo sobre su condición francamente dijo y satisfizosus preguntas, y él mismo a su servicio, aunque poco pudiese, se ofreció.El abad, oyendo su conversar bello y ordenado y másdetalladamente considerando sus maneras, y pensando par a sí que a pesar de que su oficio había sido servil, era gentilhombre,más en su agrado se encendió; y ya lleno de compasión por sus desgracias, asaz familiarmente le confortó y le dijo que tuvierabuena esperanza porque, si hombre de pro era, aún Dios le repondría en donde la fortuna le había arrojado y aún más arriba; yle rogó que, puesto que hacia Toscana iba, quisiera quedarse en su compañía, como fuese que él también allí iba.Alessandro ledio gracias por el consuelo y le dijo que estaba pronto a todos sus mandatos.Caminando, pues, el abad, en cuyo pecho serevolvían extrañas cosas sobre el visto Alessandro, sucedió que después de algunos días llegaron a una villa que no estabademasiado ricamente provista de albergues, y queriendo allí albergar al abad, Alessandro en casa de un posadero que le eramuy conocido le hizo desmontar y le hizo preparar una alcoba en el lugar menos incómodo de la casa.Y, convertido ya casi enmayordomo del abad, como quien estaba muy avezado a ello, como mejor pudo alojando por la villa a todo el séquito, quiénaquí y quién allí, habiendo ya cenado el abad y ya siendo noche cerrada, y todos los hombres idos a dormir, Alessandropreguntó al posadero dónde podría dormir él.A lo que el posadero le respondió:-En verdad que no lo sé; ves que todo está lleno, y puedes ver a mis criados dormir en los bancos, pero en la alcoba delabad hay unos arcones a los que te puedo llevar y poner encima algún colchón y allí, si te parece bien, como mejor puedasacuéstate esta noche.A lo que Alessandro dijo:-¿Cómo voy a ir a la alcoba del abad, que sabes que es pequeña y por su estrechez no ha podido acostarse allí ninguno desus monjes? Si yo me hubiera dado cuenta de ello cuando se corrieron las cortinas habría hecho dormir sobre los arcones a susmonjes y yo me habría quedado donde los monjes duermen.A lo que el posadero dijo:-Pero así está el asunto, y puedes, si quieres, estar allí lo mejor del mundo; el abad duerme y las cortinas están corridas, yote traeré sin hacer ruido una manta, ve a dormir [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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