[ Pobierz całość w formacie PDF ]
.Era dueño de su desengaño, amo y señor de esa crueldad que consiste en no perdonar nunca, en aniquilar lo que no entraba en los recovecos de su comprensión criminal, en atribuir maldades a inocentes para justificar su depravación.Era un auténtico gusano nacido bajo el signo de Géminis.La luna, casi muerta bajo un manto de nubes, se asomaba esporádicamente.Tan sólo estrellas apagadas y fuegos de finales de año iluminaban la noche, la noche de Miúdo, la noche en que volvería a ser el dueño de Ciudad de Dios.Pasó por la Trece y no encontró a ninguno de los jefes.Dejó un recado para Tigrinho y Borboletão notificándoles que ya estaba instalado en Los Apês y exigiéndoles que dejasen de traficar en su zona, en caso de que todavía lo estuviesen haciendo.Se dirigió hacia Los Apês conduciendo un Ford Corcel azul.Fue directo a los chiringuitos, donde abrazó a los muchachos del vecindario y compró caramelos a los niños, afirmando que había aprendido a leer y a conducir y que mandaba en Realengo, pero que su sitio predilecto donde ejercer el mando era Los Apês.A las once y media, un niño le comunicó que Tigrinho y Borboletão le esperaban en el Morrinho para dialogar, pero que fuese sin armas, porque una conversación es una conversación.Nada de guerra.—Y de qué quieren hablar, ¿eh?—Dijeron que es por tu propio bien.Permaneció unos minutos en silencio, meditando sobre la conveniencia de acudir a la cita.Si no iba, pensarían que tenía miedo.Era Zé Miúdo, nada lo atemorizaba.—Vale, vale, diles que me tomo una copa más y en cuanto acabe voy para allá… ¡Anda, corre, ve a decírselo!Esperó a que el niño se alejase, miró a su alrededor y, al comprobar que no había nadie de la Trece observándolo, sacó una pistola de la cintura y se la colocó en el tobillo; sus compañeros hicieron lo propio y todos juntos enfilaron hacia el Morrinho.La plaza del Morrinho se hallaba desierta, con la excepción de Tigrinho y Borboletão, parapetados tras un poste y un muro, respectivamente.Habían ordenado a algunos de sus soldados que se escondiesen en los edificios cercanos y que, al primer disparo, atacasen.Miúdo caminó con sus compañeros hasta donde estaban Tigrinho y Borboletão.—Hemos decidido que nos vamos a quedar con el puesto, ¿entiendes? —dijo Tigrinho—.Esa historia de que el puesto era tuyo ya no tiene sentido.Nosotros no te hemos quitado el puesto.Se lo arrebatamos a los tipos que te lo habían quitado a ti, ¿está claro? —concluyó.—Pero ¿qué estás diciendo, tío? ¿No habíamos acordado que…?Borboletão lo interrumpió para apoyar a Tigrinho.Miúdo, sin hacerle caso, se llevó disimuladamente la mano a la frente, miró a uno de sus compañeros e hizo la señal de la cruz.Tigrinho, que lo observaba atentamente, sacó la pistola de la cintura, le disparó un tiro en el abdomen y salió corriendo junto con Borboletão.Ese primer tiro desencadenó un gran alboroto; todos los que estaban escondidos entre los edificios salieron en desbandada.Aprovechando la confusión, Miúdo y sus compañeros bajaron la ladera disparando indiscriminadamente.En la fuga, Miúdo acertó de lleno en la cabeza de uno de los maleantes.Los cuatro amigos cruzaron la plaza de Los Apês, se internaron en el primer edificio que encontraron y entraron en un piso donde una familia celebraba la Nochevieja.Los maleantes ordenaron que cerrasen la puerta.Miúdo se sentó en el sofá; los ojos se le pusieron en blanco, su cuerpo se sacudió, convulso, y murió cuando comenzaban los fuegos artificiales que anunciaban la llegada de un nuevo año.Sus compañeros subieron tres plantas más, entraron en otro piso y redujeron a sus inquilinos.Cuando amaneció, salieron tranquilamente del edificio y subieron a un autobús, rumbo a Realengo.En la Trece, Tigrinho, muy temprano, ordenó a un niño que moliese vidrio y lo colocase dentro de una lata con cola de madera.Una vez preparado el pegamento, lo pasó por la cuerda de la cometa, que estaba atada a dos postes.Esperó que el pegamento se secase, preparó la brida y la quilla, e hizo subir bien alto la cometa para que se cruzase con otras en el cielo.Había llegado el tiempo de las cometas en Ciudad de Dios.AgradecimientosEsta novela está basada en hechos reales.Parte del material utilizado se extrajo de las entrevistas realizadas para el proyecto Crime e criminalidade nas classes populares, de la antropóloga Alba Zaluar, y de artículos publicados en los periódicos O Globo, Jornal do Brasil y O Dia.En concreto, la primera parte del libro se escribió mientras se desarrollaban los proyectos de investigación Crime e criminalidade no Rio de Janeiro —que contó con el apoyo de la Finep (Financiadora de Estudos e Projetos)— y Justiga e classes populares —con el apoyo de CNP (Centro Nacional de Pesquisa), de Faperj (Fundaçao Carlos Chagas Filho de Amparo á Pesquisa do Estado do Rio de Janeiro) y Funcamp (Fundaçao de Desenvolvimento da Universidade de Campiñas)—, ambos proyectos coordinados por Zaluar [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • blondiii.htw.pl
  •