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.—¿En tu casa? Pensaba que tu casa estaba llena de zombies.—Guerreros repudiados.No son zombies.De todos modos, Jace y los demás pueden ocuparse de ellos mientras yo me hago con la Copa.—¿Por qué tienes que hacerte tú con la Copa? —Sonó alarmado.—Porque soy la única que puede —respondió ella—.Recógenos en la esquina tan pronto como puedas.Él masculló algo casi inaudible.—De acuerdo —dijo luego.Clary abrió los ojos.El mundo giró a su alrededor difuminado por las lágrimas.—Gracias, Simon.Eres un.Pero él habÃa colgado.* * *—Se me ocurre —dijo Hodge—, que los dilemas del poder son siempre los mismos.Clary le dirigió una mirada de soslayo.—¿A qué te refieres?Estaba sentada en el asiento de la ventana en la biblioteca, y Hodge estaba en su silla con Hugo posado en el brazo del asiento.Los restos del desayuno, mermelada pegajosa, migas de tostada y manchas de mantequilla, estaban adheridos a un montón de platos sobre la mesita baja que nadie habÃa parecido tener ganas de llevarse de allÃ.Tras el desayuno se habÃan separado para prepararse, y Clary habÃa sido la primera en regresar.Eso no podÃa considerarse sorprendente, teniendo en cuenta que todo lo que tuvo que hacer fue ponerse los vaqueros y una camiseta, y pasarse un cepillo por los cabellos, mientras todos los demás tenÃan que armarse profusamente.Habiendo perdido la daga de Jace en el hotel, el único objeto remotamente sobrenatural que llevaba encima era la piedra de luz mágica de su bolsillo.—Pensaba en tu Simon —explicó Hodge—, y en Alec y Jace, entre otros.La joven echó una ojeada por la ventana.LlovÃa, con gruesas gotas espesas salpicando los cristales.El cielo era de un gris impenetrable.—¿Qué tienen que ver unos con otros?—Donde existe un sentimiento que no es correspondido —respondió Hodge—, existe un desequilibrio de poder.Es un desequilibrio que es fácil de aprovechar, pero no es un modo de actuar sensato.Donde hay amor, también hay a menudo odio.Pueden existir el uno al lado del otro.—Simon no me odia.—Puede llegar a hacerlo, con el tiempo, si siente que lo estás utilizando.—Hodge alzó una mano—.Ya sé que tú no tienes intención de hacerlo, y en algunos casos la necesidad pasa por encima de la delicadeza de sentimientos.Pero la situación me ha traÃdo otra a lamente.¿TodavÃa tienes esa fotografÃa que te di?Clary negó con la cabeza.—No encima.Está en mi habitación.PodrÃa ir a buscarla.—No.—Hodge acarició las plumas negras como el ébano de Hugo—.Cuando tu madre era joven, tenÃa un mejor amigo, igual a como tú tienes a Simon.Estaban tan unidos como hermanos.De hecho, a menudo les confundÃan por hermanos.A medida que crecieron resultó claro para todos los que los rodeaban que él estaba enamorado de ella, pero ella nunca se dio cuenta.Siempre le llamó un «amigo».Clary miró fijamente a Hodge.—¿Te refieres a Luke?—Sà —contestó él—, Lucian siempre pensó que él y Jocelyn estarÃan juntos.Cuando ella conoció a Valentine y se enamoró, no pudo soportarlo.Después de que se casaran, abandonó el CÃrculo, desapareció.y nos dejó pensar que estaba muerto.—Él nunca dijo., jamás insinuó siquiera nada parecido —repuso Clary—.Todos estos años, podrÃa haberle pedido.—SabÃa cuál serÃa su respuesta —repuso Hodge, mirando más allá de ella en dirección a la claraboya salpicada de lluvia—.Lucian no fue nunca la clase de hombre que se habrÃa engañado a sà mismo.No, se contentó con estar cerca de ella.suponiendo, quizá, que con el tiempo sus sentimientos podrÃan cambiar.—Pero si la amaba, ¿por qué dijo a aquellos hombres que no le importaba lo que le sucediera? ¿Por qué se negó a permitirles que le dijeran dónde estaba?—Como dije antes, donde hay amor, también hay odio —respondió Hodge—.Ella le hirió terriblemente hace todos esos años.Le dio la espalda.Y sin embargo él ha actuado como su fiel perrillo faldero desde entonces, sin quejarse nunca, sin hacer acusaciones, sin plantearle nunca sus sentimientos.A lo mejor vio una oportunidad de volverle las tornas.De lastimarla como habÃa sido lastimado él.—Luke no harÃa eso.Pero Clary recordaba su tono gélido cuando le dijo que no le pidiera favores.Vio la dura mirada de sus ojos al enfrentarse a los hombres de Valentine.Aquél no era el Luke que habÃa conocido, el Luke junto al que habÃa crecido.Ese otro Luke jamás habrÃa querido castigar a su madre por no amarle lo suficiente o del modo correcto.—Pero ella le amaba —dijo Clary, hablando en voz alta sin darse cuenta—.Sólo que no del mismo modo en que él la amaba, ¿no es eso suficiente?—A lo mejor él no lo pensó asÃ.—¿Qué sucederá una vez que tengamos la Copa? —preguntó ella—.¿Cómo nos pondremos en contacto con Valentine para hacerle saber que la tenemos?—Hugo le localizará.La lluvia golpeó contra las ventanas.Clary tiritó.—Voy a buscar una chaqueta —avisó, deslizándose fuera del asiento de la ventana.Encontró su sudadera con capucha verde y rosa metida en el fondo de su mochila.Cuando la sacó, oyó crujir algo.Era la fotografÃa del CÃrculo, su madre y Valentine.La contempló durante un largo momento antes de volverla a meter en la bolsa.De vuelta a la biblioteca, todos los demás ya estaban reunidos allÃ: Hodge sentado vigilante en el escritorio con Hugo sobre el hombro, Jace todo de negro, Isabelle con sus botas de pisotear demonios y el látigo de oro y Alec con una aljaba de flechas al hombro y un brazal de cuero cubriendo el brazo derecho desde la muñeca al codo
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