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. Pues sí, la verdad es que sí. ¡Ah  dijo efusivamente Mike , una preocupaciónmenos para las vigilias!El señor Ostermeyer, que no le veía la gracia, suspiró,pero fue un suspiro que no participaba del desconsuelo deldel vestíbulo.Claro, pensó Mike, por el despacho.Erasuyo.Esa misma tarde, al llegar Mike en compañía delabogado Robertson, había bastado con que entraran aldespacho para que Ostermeyer pareciera menos nervioso.Entonces Mike lo había atribuido en parte a que ya noatraían las miradas de la clientela y en parte a queOstermeyer se había rendido.Ahora se daba cuenta de laverdad.Era el despacho.Lógico.Era una sala con buenasfotos en las paredes, alfombra buena en el suelo y buenospuros (aunque no cubanos) en el humectador.Seguro quedesde octubre de 1910 lo habían usado muchos directorespara hacer muchas gestiones.A su manera era igual deneoyorquino que la rubia con vestido negro de tirantes,olor a perfume y muda promesa de sexo elegante durantela madrugada: sexo de Nueva York.Mike era de Omaha,si bien hacía muchos años que no volvía. Sigue cerrado a que lo convenza de renunciar a laidea, ¿verdad?  preguntó Ostermeyer. Sé que no podrá  dijo Mike, volviendo a ponerse elcigarrillo detrás de la oreja.A continuación reproduzco una copia revisada del mismo fragmentoinicial.Es el cuerpo vistiéndose, peinándose y quizá poniéndose colonia, perosólo una gota.Una vez incorporados esos cambios a mi documento, estoy listopara abrir la puerta y plantar cara al mundo exterior.179 La historia del hotel(1408) (1)Por Stephen KingAntes de salir de la puerta giratoria, Mike Enslin vio aOstermeyer((2)Olin), el director del hotel Dolphin,hundido en uno de los sillones de la recepción, y se le cayóun poco el alma a los píes.Quizá sí que tendría que habervuelto a venir con el abogado de los huevos, pensó.En fin,ya era demasiado tarde; y aunque Ostermeyer(Olin)hubiera decidido poner otro control de carretera entreMike y la habitación 1408, tampoco era tan grave.Otroaliciente para cuando lo contara (Había compensaciones).Ostermeyer(Olin) lo vio, se levantó y cruzó la salatendiendo una mano rechoncha justo cuando Mike salía dela puerta giratoria.El Dolphin estaba en la calle Sesenta yuno, esquina con la Quinta Avenida.Era un hotel pequeñopero con clase.Una pareja, él de etiqueta y ella con vestidode noche, pasó al lado de Mike, que cogió la mano deOstermeyer.Para ello tuvo que pasarse a la izquierda lamaleta pequeña que llevaba, con lo justo para una noche.La mujer era rubia, vestida de negro, por supuesto, y elaroma evanescente y floreal de su perfume parecíaresumir Nueva York.En el bar, que estaba en elentresuelo, tocaba alguien Night and Day, comosubrayando el resumen. Buenas noches, señor Enslin. ¡Señor Ostermeyer(Olin)! ¿Pasa algo?Ostermeyer parecía compungido, y paseó la mirada porel espacio reducido y elegante del vestíbulo como sibuscara ayuda.En recepción había un hombre hablandode entradas de teatro con su mujer, bajo la mirada y lasonrisa discreta y paciente del conserje.En el mostradorde delante, un hombre de traje arrugado, como sólo searruga un traje con muchas horas de Business Class,discutía sobre su reserva con una mujer cuyo atuendo,negro y elegante, también podía servir de vestido de180 noche.Todos recibían ayuda menos el pobre Ostermeyer,caído en las garras del escritor. ¿Señor Ostermeyer(Olin)?  repitió Mike, sintiendocierta lastima.(3) No  dijo al cabo Ostermeyer, no pasa nada, pero.¿Podemos hablar en mi despacho, señor Enslin?Aja, pensó Mike.Quiere volver a intentarlo.En otras circunstancias podría haberse impacientado,pero no entonces (Bueno, ¿por qué no?).Contribuiría a laparte sobre la habitación 1408, dándole el (subrayando el)tono amenazador que tanto parecían desear los lectores desus libros.(Aparecería como la Advertencia Final.) Perono era lo único (Y no era lo único).Hasta entonces, a pesar(4) de los abundantes titubeos» Mike Enslin no había estadoseguro.Ahora lo estaba.Ostermeyer(Olin) no hacía teatro.Tenía auténtico miedo de la habitación 1408, y de lo quepudiera pasarle a Mike por la noche. Por supuesto, señor Ostermeyer(Olin).¿Dejo la maletaen recepción o me la llevo? Pues.Si le parece nos la llevamos.Ostermeyer (Olin),el perfecto anfitrión, hizo ademán de (coger la bolsa deMike) cogerla.Sí, aún tenía esperanzas de convencer aMike de que no se quedara en la habitación.Si no lohabría dirigido a recepción.o habría subido con lamaleta.Si es tan amable. No, si no pesa nada  dijo Mike.Sólo hay una muday el cepillo de dientes. ¿Está seguro? Sí  dijo Mike, sosteniendo su mirada.Estoyseguro.((5) Mi camiseta hawaiana de la suerte ya la llevopuesta Sonrió.Es donde está el spray antifantasmas.)Tuvo la breve impresión de que el director iba a tirar latoalla.Ostermeyer(Olin) (bajito, un poco grueso, conchaqué negro y la corbata perfectamente anudada)suspiró y enderezó de nuevo los hombros. Muy bien, señor Enslin.Sígame.En el vestíbulo, el director del hotel había tenido unaactitud indecisa, abatida, casi de derrota.Dentro de sudespacho con paredes de roble y fotos del hotel (el Dolphin181 se había inaugurado en octubre de 1910; una cosa era quelos libros de Mike no fueran objeto de reseñas en lasrevistas y periódicos de la gran urbe, y otra que noinvestigara), Ostermeyer(Olin) daba la impresión de haberrecuperado su aplomo.En el suelo había una alfombrapersa, y en el escritorio una lámpara con pantalla verde enforma de rombo, al lado de un humectador.Figurabanjunto a este último los últimos tres libros de Mike Enslin.De bolsillo, por supuesto.No había salido ninguno en tapadura.A pesar de ello se ganaba bien la vida [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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