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.Por tanto, si el obrero, obligado por la necesidad o acosadopor el miedo de un mal mayor, acepta, aun no queriéndola, una condición más dura, porquela imponen e patrono o el empresario, esto es ciertamente soportar una violencia, contra lacual reclama la justicia.Sin embargo, en estas y otras cuestiones semejantes, como el número de horas de lajornada laboral en cada tipo de industria, así como las precauciones con que se haya de velarpor la salud, especialmente en los lugares de trabajo, para evitar ingerencias de lamagistratura, sobre todo siendo tan diversas las circunstancias de cosas, tiempos y lugares,será mejor reservarlas al criterio de las asociaciones de que hablaremos después, o se buscaráotro medio que salvaguarde, como es justo, los derechos de los obreros, interviniendo, si lascircunstancias lo pidieren, la autoridad pública.[La difusión de la propiedad][33] Si el obrero percibe un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, asu mujer y a sus hijos, dado que sea prudente, se inclinará fácilmente al ahorro y hará lo queparece aconsejar la misma naturaleza: reducir gastos, al objeto de que queda algo con que irconstituyendo un pequeño patrimonio.Pues ya vimos que la cuestión que tratamos no puedetener una solución eficaz si no es dando por sentado y aceptado que el derecho de propiedaddebe considerarse inviolable.Por ello, las leyes deben favorecer este derecho y proveer, en la medida de lo posible,a que la mayor parte de la masa obrera tenga algo en propiedad.Con ello se obtendríannotables ventajas, y en primer lugar, sin duda alguna, una más equitativa distribución de lasriquezas.La violencia de las revoluciones civiles ha dividido a las naciones en dos clases deciudadanos, abriendo un inmenso abismo entre una y otra.En un lado, la clase poderosa, por rica, que monopoliza la producción y el comercio,aprovechando en su propia comodidad y beneficio toda la potencia productiva de lasriquezas, y goza de no poca influencia en la administración del Estado.En el otro, la multituddesamparada y débil, con el alma lacerada y dispuesta en todo momento al alboroto.Mas, sise llegara prudentemente a despertar el interés de las masas con la esperanza de adquirir algovinculado con el suelo, poco a poco se iría aproximando una clase a la otra al ir cegándose elabismo entre las extremadas riquezas y la extremada indigencia.Habría, además, mayor abundancia de productos de la tierra.Los hombres, sabiendoque trabajan lo que es suyo, ponen mayor esmero y entusiasmo.Aprenden incluso a amarmás a la tierra cultivada por sus propias manos, de la que esperan no sólo el sustento, sinotambién una cierta holgura económica para sí y para los suyos.No hay nadie que deje de verlo mucho que importa este entusiasmo de la voluntad para la abundancia de productos y parael incremento de las riquezas de la sociedad. De todo lo cual se originará otro tercer provecho, consistente en que los hombressentirán fácilmente apego a la tierra en que han nacido y visto la primera luz, no cambiaránsu patria por una tierra extraña, si la patria les da la posibilidad de vivir desahogadamente.Sin embargo, estas ventajas no podrán obtenerse sino con la condición de que la propiedadprivada no se vea absorbida por la dureza de los tributos e impuestos.El derecho de poseer bienes en privado no ha sido dado por la ley, sino por lanaturaleza, y, por tanto, la autoridad pública no puede abolirlo, sino solamente moderar suuso y compaginarlo con el bien común.Procedería, por consiguiente, de una manera injusta einhumana si exigiera de los bienes privados de lo que es justo bajo razón de tributos.[El derecho de asociación][34] Finalmente, los mismos patronos y obreros pueden hacer mucho en esta cuestión, estoes, con esas instituciones mediante las cuales atender convenientemente a los necesitados yacercar más una clase a la otra.Entre las de su género deben citarse las sociedades desocorros mutuos; entidades diversas instituidas por la previsión de los particulares paraproteger a los obreros, amparar a sus viudas e hijos en los imprevistos, enfermedades ycualquier accidente propio de las cosas humanas; los patronatos fundados para cuidar de losniños, niñas, jóvenes y ancianos.Pero el lugar preferente lo ocupan las sociedades de obreros, que comprenden en sítodas las demás.Los gremios de artesanos reportaron durante mucho tiempo grandesbeneficios a nuestros antepasados.En efecto, no sólo trajeron grandes ventajas para losobreros, sino también a las artes mismas un desarrollo y esplendor atestiguado por numerososmonumentos.Es preciso que los gremios se adapten a las condiciones actuales de edad másculta, con costumbres nuevas y con más exigencias de vida cotidiana.Es grato encontrarse con que constantemente se están constituyendo asociaciones deeste género, de obreros solamente o mixtas de las dos clases; es de desear que crezcan ennúmero y eficiencia.Y, aunque hemos hablado más de una vez de ellas, Nos sentimos agradoen manifestar aquí que son muy convenientes y que las asiste pleno derecho, así como hablarsobre su reglamentación y cometido.[La limitación de su ejercicio por el Estado][35] La reconocida cortedad de las fuerzas humanas aconseja e impele al hombre a buscarseel apoyo de los demás.De las Sagradas Escrituras es esta sentencia: Es mejor que estén dosque uno solo; tendrán la ventaja de la unión.Si el uno cae, será levantado por el otro.¡Ay del que está solo, pues, si cae, no tendrá quien lo levante!.Y también esta otra: Elhermano, ayudado por su hermano, es como una ciudad fortificada
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