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.El Foreign Office no ocultó sumalestar: Las ambiciones de Eva Perón no tie-126El atroz eMARCtOSde ser argentinosncan o AGUINISnen límites.Los próximos tentáculos parece queserán colocados en Noruega, Dinamarca y elVaticano. vPor un lado se sancionaban leyes que benefi-ciaban a los trabajadores como nunca antes, porel otro se los obligaba a afiliarse a los sindicatosmanipulados por el líder.Los dirigentes que senegaban a la obsecuencia eran desplazados yalgunos, perseguidos.Las huelgas fueron aplas-tadas sin anestesia; en la Reforma Constitucionalde 1949 se llegó al extremo de que la representa-ción peronista se opusiera en forma expresa, sinruborizarse, al derecho de huelga.Las moviliza-ciones fueron prohibidas, excepto las organizadaspara convalidar el régimen.Quienes apoyaban elperonismo vivían de fiesta, quienes lo repudiabandebían callar o exiliarse.La política económica tenía el sesgo de la ubi-cua intervención estatal.Continuaba la tendenciapredominante en el mundo de estatizar, controlary planificar.Esto llevaba al monopolio, la corrup-ción y la ineficiencia.Los controles estaban alservicio de amigos y fieles, no de la gente máscapaz.Se compraron los ferrocarriles con inten-sa propaganda, a fin de ganar sufragios y encubrirun negociado terrible; la operación fue presenta-127127El atroz encanto de ser argentinosda como fruto de una negociación genial, pero sepagaron 2.462 millones de pesos por bienes quela dirección nacional de Transportes había valua-do en 730&En 1950 se empezaron a notar las consecuen-cias del despilfarro sostenido.Aunque la Consti-tución de 1949 expresaba a través de su cacareadoartículo 40 que los recursos del suelo son ina-lienables bastión de nuestra soberanía segúnScalabrini Ortiz , Perón decidió violarlo median-te concesiones a la petrolera California.En 1952se debió comer sólo pan negro, por falta de trigoen el país del trigo.Los lingotes de oro del BancoCentral se habían esfumado.Las fallas se tapaban con discursos agresivos,los opositores eran acusados de contreras, ven-depatrias y cipayos.No quedaban resquicios pordonde manifestar la crítica sin ser descalificadocomo enemigo del país.En lo cultural se degradó la excelencia.Lonacional equivalía al folklore.Se confundía artepopular con arte pobre.Es cierto que se recupera-ron muchas fuentes y se ampliaron los escenarios.Pero se alió el atraso con la reacción.Se confun-dió cultura de punta con cultura kitsch; y estose extendió al cine, la monumentalidad de losactos partidarios, la arquitectura y la esculturaoficial.Estas actitudes, sin embargo, contribuye-ron a jerarquizar el arraigo en un país con mucho128El atroz encanto de ser argentinosdesarraigo.La universidad sufrió profanación y devalúo.Junto a muchos artistas, ilustres investigadoresdebieron dejar el país.Los docentes eran elegidoscon criterio político y se los obligaba a cometeractos humillantes como, por ejemplo, solicitar lareelección de Perón, otorgar doctorados honoriscausa a Eva, tomar exámenes todos los meses y for-mar mesas especiales (secretas) para los líderes dela CGU.Este sistema de exámenes mensuales fuepresentado como una conquista estudiantil, peroen realidad era soborno, una concesión al facilismo,que permitía graduarse sin esfuerzo. vEl ingrediente fascista que latió durante el pri-mer peronismo llevó a un punto crítico despuésde la reelección presidencial.O el régimen avan-zaba hacia un Estado abiertamente totalitario ose desmoronaba.La fiesta inicial, las publicitadasreivindicaciones, el teatro de la revolución, elendiosamiento del líder empezaron a dar mues-tras de agotamiento.La nueva dirigencia, integra-da por burócratas sindicales, policías, funciona-rios venales, nuevos ricos y lumpen con poder,generó creciente rechazo.La ambición de instau-rar un partido único hizo agua y pocos mesesantes de su caída el gobierno cedió la radio a diri-129El atroz encanto de ser argentinosgentes de la oposición.Pero los tiempos se habíanconsumido.No alcanzaron las movilizaciones demasas, ni el lenguaje incendiario, ni la exaltaciónnacionalista.Una coalición de Fuerzas Armadas, clero ypartidos opositores llevó a cabo la denominadaRevolución Libertadora.Perón fue acusado dehaber cometido traición a la patria, degradado lasinstituciones de la república y haberse enriqueci-do a costa de la nación.Se lo empezó a llamar eltirano depuesto.Se prohibió su nombre, su parti-do y sus símbolos; desapareció el cadáver embal-samado de Evita, se borraron todas las referenciasa la pareja que fue gobernante y se destruyeronsus estatuas y cuadros.El odio acumulado se extendió al común de lagente que lo amó y apoyó.Un desprecio incons-ciente, robusto, que proviene del fondo de nuestrahistoria, se derramó sobre los peronistas, identi-ficados con la hez del país, como lo habían sidoa su turno los indios, los negros, los gauchos,los mestizos y los inmigrantes.Fueron señaladoscomo la barbarie irredimible.No sólo eran loscabecitas negras, sino algo más horrible: el alu-vión zoológico, la multitud salvaje que pretendíaarruinar la civilización.El fanatismo antiperonista se cobró venganzapor el virulento fanatismo peronista que le prece-dió.Figuras equilibradas y lúcidas nunca perdona-130El atroz encanto de ser argentinosron a Perón sus abusos e irresponsabilidad.Inclusoles costó comprender que millones de seres man-tendrían una gratitud inmarcesible hacia el hombrey el régimen que los había hecho sentirse dignose importantes, aunque el régimen hubiese sido unatiranía que desnaturalizó muchos valores.Jamásreconocerán cuán psicópata y corrupto fue Perón:sólo recordarán sus regalos y su afecto.El peronismo nunca tendrá buenos vínculos conla lógica, sino con la ilusión.Como ilusión, man-tendrá encendida la llama de la revolución incon-clusa
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